A oscuras (4º parte)

Me despierto con una sensación de dejá vu. Esto de dormir mal esperando la luz y despertarme  a oscuras ya me pasó. Más exactamente, ayer. Siento que se me acabó la paciencia, el buen ánimo y el solo es cuestión de esperar un poco más para que todo se solucione.

De pésimo humor, hago todo que dejé para mañana que va a haber luz, con una vela 😦 Desayuno café negro con galletitas que saco de una lata. Treinta y seis horas después del corte, no tiene sentido abrir la heladera. Me voy a trabajar, sigue habiendo muchas zonas sin electricidad y semáforos descompuestos.

Posteo avisando que no hay post desde el consultorio de Retiro. Consulto online todas las noticias relacionadas con el apagón, pero veo que a medida que Belgrano, Núñez y Palermo volvieron a tener luz, el destino de Caballito, Villa Crespo y Flores se actualiza cada vez menos y sale de las primeras planas. De todos modos, ya no les creo nada de lo que dicen. Estaba pendiente de que volviera la electricidad cuando pensaba que todavía podía salvar la comida de los freezers y de la heladera. Ahora, salvo el considerable fastidio de seguir sin luz,  horas más u horas menos da lo mismo.

A las dos salgo del consultorio. Paso por el super para comprar una pizza congelada para meter en el horno. Ese va a ser nuestro almuerzo. Una variante a la dieta de galletitas enlatadas que estamos haciendo. Cuando me acerco a mi barrio, los semáforos siguen sin funcionar y tomo por la avenida para tener prioridad de paso. Cuando llego a Ángel Gallardo y Corrientes, me doy cuenta de que fue un grave error. Un grupo de manifestantes protestan por el apagón cortando la avenida y termino metiéndome en un embotellamiento infernal. Si pudiera me bajaría del auto y les diría: Miren, yo tampoco tengo luz y estoy yendo a mi casa a ver si mis hijas pueden almorzar a las tres de la tarde. ¿No me dejan pasar?

De alguna manera consigo llegar y almorzamos. Pasa el resto de la tarde y cae otra vez la noche. A oscuras.

Volvemos a salir al Village Caballito para cenar. Esta vez, Juli prefiere quedarse y que le traigamos algo para comer. Vamos con Sofi, cenamos y nos quedamos un rato leyendo en la librería. Me llega un sms de Jorge preguntado si ya tengo luz (NO). Me llama Juli pidiéndome que compre una linterna porque quedan pocas velas. Ya nos sentimos como si nunca fuéramos a volver a tener luz.

La vuelta es completamente diferente a la de la noche anterior. Todo está iluminado, inclusive la cuadra anterior a mi casa. Grrr, no puedo creer que todo el mundo tenga luz menos nosotros. Sin embargo, cuando llego veo que se produjo el milagro. Desde la calle puedo cómo la luz se filtra desde la ventana de mi living. Entro el auto en la cochera. Juli sale a recibirme.

– Mami, tengo dos noticias, una obvia y una horrible. La obvia es que ya tenemos luz y la otra que al volver quemó la heladera.