Tenemos que hablar

– Hola, ¿Jorge?
– ¡Amanda! ¿Cómo estás?

Grrr… ¿Y a vos que te parece? Pero no estoy para perder el tiempo en idioteces, así que nada, ni le contesto.

– Mirá Jorge, te llamaba porque me parece que tenemos que hablar. Esto no está funcionando y no tiene sentido que sigamos. Vos estás en otra, no me das bola…
– ¿Cómo que no te doy bola? Yo no lo veo tan así.
– DISCULPAME – esos «disculpame» que suenan como «que suerte tenés de que estemos lejos, porque si estuvieras acá, estaría abalanzándome para clavarte un cuchillo».
– Volviste de Brasil, arreglamos para vernos, cancelaste a último momento. Al final nos encontramos otro día. La semana siguiente, la del apagón, creo que si me mandaste dos sms es mucho. Después nos vimos el sábado y desde entonces si me hubiera muerto no te hubieras enterado.

Probablemente la última frase haya sido un exceso, pero me saca completamente de quicio que crea que su comportamiento es ejemplar.

– Ah, puede ser. Es que últimamente no estoy bien.
– Lo sé, por eso te lo digo. Me parece mejor que cada uno quede en libertad de buscar por su lado y en todo caso cuando tengamos ganas, nos veamos como amigos para tomar un café.
– Todavía no me siento preparado para estar en pareja, siento que el duelo no terminó…realmente estoy muy deprimido y…
– ¿Seguís conectándote a Match? -interrumpo con cierta brusquedad-. Porque te vi varias veces…
– Amanda, vos sabés que mi nick, es el nick del pueblo. Lo usan mis amigos.
– Ah.

No puedo creer que sigas insistiendo en esa mentira ridícula. De todos modos, a partir de ahora lo que hagas o dejes de hacer ya no es asunto mío.

– Chau, Jorge.
– Chau, cuando me sienta mejor te llamo y nos encontramos a tomar un café.
– Dale.

Cuando cuelgo me siento agotada, enojada y triste. No sé que fue lo que le pasó a Jorge en San Pablo que le hizo cambiar de idea. Probablemente nunca lo sepa. No tendría que haber hecho el intento ser más que amigos. Mucho menos sentirme culpable por no corresponderle a Jorge, tan comprensivo… 😦

Si pudiéramos volver al principio,  me gustaría seguir viéndolo. La verdad es que la paso muy bien con él, pero ahora tengo dudas sobre si esto tiene camino de vuelta. Por otra parte, tampoco sé lo que él realmente piensa .

A veces pienso que estar en Match es como correr en una cinta. Te movés, transpirás, hacés el esfuerzo… pero no llegás a ningún lado. Bueno, sea como fuere ya estoy de vuelta en movimiento y libre de aceptar la invitación de Diego, que insistió en invitarme al bar del Hotel Faena para nuestra primera cita.

Ojalá resulte y si no, por lo menos voy a conocer uno de los lugares más fashion de Buenos Aires.