¿Querés ser mi amigo?

Estoy ansiosa y preocupada, esa noche duermo pésimo. Jorge me va pasar a buscar para pasar el día juntos y tengo que encontrar una forma edulcorada pero clara de decirle te quiero como amigo. Curiosamente, esta frase que casi siempre significa no te quiero ver nunca más en  mi vida, en este caso quiere decir exactamente eso. Si pudiera zafar de cualquier tipo de intercambio de fluídos, me encantaría seguir viéndolo. Pero me temo que no coincidamos en nuestros puntos de vista.

Todo llega y también Jorge a la hora acordada, de muy buen humor. Subo al auto y accedo apenas a un piquito como un adelanto de que la situación cambió. Me propone ir a almorzar a Puerto Madero. Pero me parece que antes de decididir eso, necesita conocer algunos hechos recientes. Así que, sin siquiera dejar la cartera,  empiezo a decirle que él me gusta mucho, muchísimo PERO (el gran PERO que introduce la verdadera idea), PERO que no sentí por él esa atracción… química, lo que sea; imprescindible en toda relación de pareja. Que por supuesto, él es maravilloso y fascinante, que todo es culpa mía (acá sigo desarrollando una de las típicas variantes de NO SOS VOS, SOY YO)…

Como les dije, le suelto todo ese discurso apenas subo al auto. Por supuesto, cierro la puerta, no están los tiempos como para charlar con la puerta abierta. Pero no espero ninguna respuesta agradable y si pudiera estaría hablando con pie en la calle. Me imagino que Jorge va a reaccionar de dos maneras posibles.

1. ¿Ah, sí? Me encantó conocerte y me deja en mi casa sin más explicación.
2. Bueno, vayamos a tomar un café y poniendo cara de culo, me lleva a tomar algo como para cumplir y despacharme de una manera más cortés.

Pero para mi sorpresa, Jorge no hace nada de eso. Me contesta que lo desilusiona no poder ser algo más que mi amigo, pero si es lo que yo siento no hay nada más que decir. Me entiende porque a él también le pasó  en otras ocasiones, pero que no quiere perderme como amiga. Acto seguido, me lleva a un restaurant hermoso en Puerto Madero, donde se muestra tan encantador como siempre.

Contra todos mis pronósticos, pasamos el día juntos. Hablamos de miles de temas (sí, también de lo difícil que es encontrar el amor), vamos al MALBA y a recorrer librerías. Sin la presión de estar evaluando el minuto a minuto de lo que nos pasa, paso uno de los mejores días de mi vida con él.

Antes de llevarme a casa, me regala un calendario con fotos de arte, diciéndome: Para que me recuerdes todo el 2010 🙂

¿No es dulce mi nuevo amigo?