No puede ser

No  puede ser. O mejor dicho es, pero todavía me cuesta creerlo. Por momentos me parece que escuché mal o que fue algo que soñé.
Pero la mayor parte del tiempo, una voz interna me repite: «en un mes se acaba todo».

Creo que lo  estoy contando todo mal, no deben entender nada. A ver si me puedo organizar un poco y explicarles qué pasó, desde el principio.

….

Gustavo me llamó ayer y pronunció las palabras fatídicas: «Tenemos que hablar». Se lo escuchaba realmente preocupado,  pero no me quiso adelantar nada por teléfono. Nos encontramos a la tarde y me empezó a hablar de lo mal que estaba en su trabajo. Yo lo miraba impaciente con cara de «sí, ¿y a mí qué?. O sea, ya conozco lo difícil que le resultó volver a insertarse en el mercado laboral una vez que se le terminó el contrato en México. Pero no entendía que tenía que ver todo eso  conmigo. Dudaba que me hubiera citado solo para contarme sus problemas laborales. No terminaba de ir al grano y mi (poca) paciencia se estaba acabando.

Estaba a punto de interumpirlo cuando siguió diciendo:

– Entonces fue cuando me postulé para ese trabajo en Arabia Saudita. Era una gran oportunidad. Pagan muy,  muy bien. En dos años allá podría juntar para armar mi propia empresa o ¿quién sabe?… cualquier otro proyecto.
– ¿Arabia Saudita? ¿A hacer qué?
– Ya te dije, trabajar en una planta petrolera. El tema es que como pasaba el tiempo y no tuve novedades, pensé que ya habían tomado a otro. Pero no, ayer me llamaron para decirme que había habido retrasos en el proyecto, pero si quería podía estar viajando a Arabia Saudita en un mes.
– ¿Cómo?
– Me mata tener que tomar esta decisión, estoy casi sin dormir desde que recibí la propuesta, pero es una oportunidad única y significa mucho para mí. No la puedo rechazar y quería que fueras la primera en enterarte.
– Entiendo.

Mentira. No entiendo nada.